miércoles, 4 de diciembre de 2013

4 de Diciembre-Recuérdalo.

-Recuerda, esta sociedad no parará de juzgarte. Seas como seas, hagas lo que hagas y pienses lo que pienses.
Sus palabras todavía resuenan en mi cabeza. Pero Cristina ya no está. Enfrente del espejo de mi cuarto me quito mis botas negras, las medias y ,por último, el vestido negro. Me quedo mirando mi reflejo. Con mis dedos recorro mi cintura. Mis hombros. Mi cuello. Mis labios. Todos esos sitios en los que Cris me acariciaba con su delicadeza extrema. Una lágrima cae por mi mejilla y se me emborrona la vista. Recojo el trozo de papel que ha caído al suelo. Una esquela. Cristina Olmedo. 1997-2013.Cuando penséis en mí, estaré con vosotros.

Hace un año, mas o menos...

-¡Apártate bollera de mierda!-grita Eric. Me empuja, choco contra las taquillas del lado derecho del pasillo y me caigo. El hombro me arde de dolor, pero no hago nada.
Se escuchan las risas de los demás compañeros que han visto lo que ha pasado.
Alguien corre hacia mí. No me doy cuenta de que es Alex hasta que está a mi lado. Mira desafiante a Eric, pero no llega a más. Ambos saben que en una pelea Eric ganaría, es más, lo machacaría.
Me ayuda a levantarme y sujetándome a su antebrazo, me levanto. No es que Alex no sea corpulento, sus brazos son musculosos y mide un metro setenta y mucho. Pero al parecer aquí no hay sitio para quien tiene un hermano con síndrome de Down. Se ríen de él tanto como de mí. Aun así sus principios son firmes. No dejará que su odio lo supere y tampoco pegará a Eric.
-¿Estás bien Arriane?-me pregunta, apartándome un mecho de pelo de la cara. Yo, niego con la cabeza.-Ven. Vamos a mi coche. Salgamos de este lugar de locos.
Salimos por la puerta de arriba y vamos al aparcamiento. Su Jeep negro está aparcado a unos metros de un descapotable rojo que llama mi atención. Hay alguien dentro, porque la música que tiene puesta está a todo volumen. Lo dejo pasar y abro la puerta del copiloto del Jeep. Alex se sube por la del conductor. Cuando cierra, se hace un silencio enorme. Solo se oyen nuestras respiraciones.
-Arriane...-dice mi nombre y levanto la cabeza para mirarlo-no te voy a decir que pases de esos idiotas, porque eso ya lo sabes, pero... ¿estas bien?
Ya me lo ha preguntado antes. Lo pienso. ¿Estoy bien? Eso creo. No me duele nada. No estoy enferma. En realidad mi salud es buena. Mi familia está unida y bien. Tengo a Alex...Pero desde que salí del armario todo se ha desmoronado en el instituto. Nadie me acepta y solo Alex se preocupa de estar ahí cuando me hacen llorar con sus insultos y comentarios.
Al ver que no respondo me abraza torpemente. Y, sin poder contenerme, lloro. Porque prefiero llorar aquí con Alex que ahí fuera. No quiero darles el placer de que me vean así.
Alguien toca la ventana y nos sobresaltamos. Es Dani, el hermano de Alex. Pulso el botón para bajarla y le doy un abrazo.
-¡Hola Dani! ¿Qué tal estas?-le pregunto abriendo la puerta de atrás.
Él emite una serie de ruidos que los interpreto como un "muy bien".
-¿Qué pasa campeón?-Alex le choca la mano y se la estrecha.
Dani se ríe y empieza a contarle lo que ha hecho ese día en el aula especial a la que va. Yo apoyo la cabeza en el asiento y respiro el aire que entra por la ventana bajada. Huele a tierra mojada. Mi olor favorito. Miro hacia el descapotable. La música sigue a todo volumen. Desde aquí se ve quien está en el vehículo. Es una chica. Tiene el pelo negro y ondulado. Sus puntas acaban en un rosa chicle. Tiene la piel unos cuantos tonos más oscura que la mía y sus ojos...Sus ojos son de un color verde apagado.

Recuerdo ese momento con claridad. Esa fue la primera vez que la vi. Se acercó al Jeep y se presentó. Era una alumna nueva del centro. Al poco tiempo, haciendo deberes en mi casa nos dimos nuestro primer beso. Fue dulce y una sorpresa. Fue ahí cuando me confesó que también era lesbiana. Los meses pasaron y mi felicidad aumentaba. Ya no tenía miedo de lo que dijera la gente. Tenía a mi mejor amigo, que me aceptaba como era y a mi novia. Si. Novia. Acordamos no decir esa palabra en público. Nuestro pequeño secreto.
Pero quizás tuve que haberme dado cuenta que algo en la vida de Cristina no encajaba. Al igual que yo a principio de curso, lloraba a menudo. La veía en su descapotable rojo con el móvil en la mano y las lágrimas recorriéndole las mejillas. Muchas veces me acercaba a consolarla, porque sabía lo que era pasar por eso. Pero no tenía ni idea de a la presión que estaba sometida. Ni idea. Ojalá la hubiera tenido. Porque nunca olvidaré aquella noche de finales de Noviembre cuando la hermana de Cris llamó a mi casa. Cuando escuché la voz de Mara supe que algo iba mal. Estaba llorando.
-Arriane...Cris se ha suicidado.-Lo único que se me ocurrió hacer fue dejar caer el teléfono y salir corriendo a nuestra colina. Esa que se veía desde su ventana. Y grité.
No es justo que la gente como ella, como Cris, pague por las idioteces de la gente como Eric y Leo. Sí, Leo resulto ser el chico que la llamaba cada día para insultarla. Por su orientación sexual. Por su color de piel. El que la hacia llorar hasta tener los ojos tan rojos que dolía verla sufrir así. Cristina. Nunca olvides que siempre habrá personas que te quieren y que te aceptan. No guardo rencor hacia tí por dejarme otra vez sola con Alex. Porque sabes que él cuidara de mi junto con Dani. Pero ten esto claro. Te quiero. Eso nunca cambiará.

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