Nunca pensé que llegaría a sentirme así. En el momento en el que se lanzó a mis labios a besarme supe que todo esto sería raro, porque él era mi amigo.
Antes de todo esto nos reíamos, hacíamos bromas y pasábamos un poco el uno del otro. Nunca supe si sentía algo por él; es más, nunca se me habría ocurrido pensar que acabaría gustándome. Evito decir la palabra querer. Aunque es verdad que ya lo quería como amigo, por eso sé que quererlo como algo más no tiene que suponer un problema. De hecho, creo que ya lo hago.
Es más que un chico con el que darme besitos, reírme y bromear. Me ha sacado del agujero negro en el que estaba metida. Llevaba ya dos años colada por un compañero de clase. Sabía que eso no llegaría a nada, primero porque no nos conocíamos demasiado bien y segundo porque a lo largo de esos dos años hemos intercambiado como mucho dos frases. Nunca pude evitar no mirarlo.
Eran pequeñas miradas que poco a poco se volvieron obsesivas. Pero no se iba a fijar en mí y era inútil intentarlo. Había veces que él me miraba pero no llegaban a ser ni la mitad de mis miradas. En medio de todo esto, el año pasado, conocí a un chico con el que tuve el famoso primer beso. Pero él no me hacía dejar de pensar en lo que fuera que sintiera por el chico de mi clase.
Al poco tiempo cortamos y ni siquiera lo lamenté, casi hasta me sentí libre. Después de eso volvieron las miraditas que no llegaban a nada. Pero cuando mi amigo y yo empezamos a hablar más de lo normal y empezó a acompañarme a casa supe que tenía que tomar una decisión: seguir anclada a un deseo imposible o aventurarme a descubrir como sería salir con mi amigo.
Todavía recuerdo la tarde en la que nos besamos por primera vez. Me insistió en quedar en los soportales de debajo de mi casa y yo, inventándome una excusa, pedí permiso a mis padres. Hablamos y hablamos y nos reímos.
A las 9 de la noche de un 13 de Abril empezó lo que hasta hoy consideramos nuestra pequeña broma: que somos una tapadera. No sé si esto durará mucho o poco, si discutiremos o nos enfadaremos, pase lo que pase él ha sido como mi pequeña salvación. Mi pequeña salvación y mi gran liberación.
Ha hecho que rompa con todo. No quiero ser la santita que nunca sale con tíos, aunque tampoco quiero ser la tía que se lía con todos ellos. Quiero estar con él, mi amigo, mi algo especial, mi princeso (si entramos en bromas personales).
Él ha sido el que ha conseguido que empiece a olvidar a ese compañero de clase, ha conseguido que salga de ese agujero en el que estaba atascada. Cuando me toca olvido todo, cuando me hace cosquillas río hasta más no poder y cuando me besa...bueno, supongo que cuando me besa me pierdo.
