lunes, 29 de diciembre de 2014

Repasando el 2014

Se acerca el fin de año. De hecho ahora que estoy escribiendo esto acaban de pasar las doce de la noche, osea que es oficialmente 30 de diciembre. Lo que significa que mañana es noche vieja, la ultima noche del año.

Mirando atrás a este 2014 se podría decir que ha sido una mierda. Una mierda que no ha hecho mas que hacerse más grande a cada mes que pasaba.

Digamos que el año no empezó del todo bien, aunque empezó con toda la familia reunida, que eso es un plus sí o sí y de los grandes. Puede que las palabras petardo e incendio sean las que mejor describan esa madrugada. Nunca sentará bien ver como se quema una casa que tus padres han comprado hace apenas un año.

Luego las cosas empeoraron cuando mi abuelito nos dejó. Vamos que murió, pero no quería ponerlo tan drástico. Recuerdo esa noche. El teléfono sonó a las 11 de la noche. Nunca es buena señal que el teléfono suene tan tarde y esta no iba a ser una excepción. El abuelito había muerto y fue mi madre la que recibió la noticia a través de mi padre. Yo a medida que iba escuchando cachos de la conversión me lo iba imaginando y cuando colgó yo ya estaba en la puerta de mi habitación lista para recibir la que sería, con diferencia, la peor noticia que podrían darme. Recuerdo meterme en la cama y llorar hasta que me quedé dormida.

Las cosas tampoco fueron muy a mejor, al mes siguiente murió mi yaya. Cuando llegué a casa ese día note que mi padre me siguió a mi habitación y eso ya significaba que algo iba mal, porque mi padre no es de los que te acompañan al cuarto a preguntarte qué tal te ha ido el cole. Que por cierto ese día había sido una mierda. Yo ya sabía que la Yaya estaba ingresada y viendo por donde iban las cosas intenté ignorarlo pensando que así retrasaría la noticia que estaban a punto de darme. Me dijeron que la Yaya estaba muy malita y con eso me dieron a entender todo. Lloré mucho, quizás más que nunca. Porque era la Yaya, había estado siempre ahí, con sus pinta uñas, sus tintes, sus anillos y sus pinta labios. No podía ser posible que también fuera a irse.

Pero bueno, estas dos cosas marcaran el 2014 como uno de los peores años de mi vida. Aun así hay verdaderamente una cosa que ha merecido la pena. No lo digo como una adolescente tonta enamorada del chico guay del curso, ni como la tía que pone mil te quieros en las redes sociales. Lo digo como la tía que disfruta de la compañía de uno de sus amigos como algo más. Empezar con él probablemente sea lo mejor que saque de este año.

¡Feliz 2015! Y aunque sea quizás un poco anticipado lo digo de todo corazón. Hacer un año desde que empecé este blog ha sido uno de mis mayores logros y definitivamente estoy orgullosa de él.

lunes, 15 de diciembre de 2014

15 de diciembre - Días de invierno

Ha llegado diciembre y ha empezado el invierno. Con él los días cortos y fríos. Hace tiempo ya que por las mañanas ya no nos ponemos unos vaqueros y una camiseta, porque empezamos a echar mano al cajón de la ropa de invierno.

Vemos si nos sirven los guantes y el gorro del año pasado y nos los ponemos. Pero ni eso junto con la bufanda pueden evitar que el viento helador de la mañana me ponga la nariz roja y quite la sensibilidad a mis dedos, ya que son de esos guantes que no tapan los dedos. Sigue siendo un misterio el porqué los compré.

El día se pasa lento en clase. Los segundos parecen minutos y cuando miro el reloj cinco minutos parecen horas. Lo único bueno es tener el radiador encendido al lado, aunque el hecho de que lo tenga a diez centímetros de mí es un poco asfixiante, en el sentido literal de la palabra.

Cuando suena el último timbre del día me vuelvo a enfundar en toda esa lana y, cuando llego a casa, lo único que me apetece es ponerme mi pijama y comer. Aunque a veces malgaste la mayoría de la tarde haciendo de todo menos algo productivo, al final siempre hago los deberes.

Cuando llega la noche, la esperada noche, me preparo un Cola-Cao y me acurruco en mi cama para ver capítulos repetidos de Gossip girl o vídeos nuevos en You Tube. Malditos días de invierno, ¿por qué hará tanto frío? Apago el ordenador, la luz y cierro los ojos en el cálido abrazo de mi enorme edredón.