martes, 4 de agosto de 2015

Relato: ¿Eso es que me quieres?

Es una noche preciosa. El cielo está lleno de estrellas y a lo lejos se ve la luna. Grande, redonda y blanca. Misteriosa. Me acerco al borde del tejado y me tumbo mirando el enorme firmamento. Distingo la osa mayor y a duras penas la menor. También creo distinguir la constelación de Atlas, pero no lo celebro mucho porque creo que la he confundido con otra.

Sopla una suave brisa que me despeina un poco el pelo. Me aparto un mechón de la boca. y levanto la mano acariciando el viento. No me gusta mucho el fresco, pero las brisas de verano son deliciosas. Pasan unos minutos hasta que me doy cuenta de que me he quedado mirando como una tonta como mi mano acariciaba el viento.

Me río por lo bajo y saco mi móvil. Lo desbloqueo y al pasar el dedo por la pantalla me hago un corte superficial en el dedo gordo. Desventajas de tener la pantalla rota supongo.

-¿Por qué seré tan patosa?

Son las 11:23 de la noche. Llega tarde y me sorprende porque él odia llegar tarde. Supongo que pedirle que viniera a estas horas de la noche porque yo me he peleado con mis padres ha sido una tontería. Noto como se va formando un nudo en mi garganta y como se me humedecen los ojos.

-No... tienes que dejar de ser una niña tonta-me digo.

Me doy unas palmaditas en la mejilla derecha y pestañeo varias veces para deshacerme de esas lágrimas que amenazan con caer. Me incorporo y estoy a punto de levantarme cuando veo algo entre las sombras. Es una persona.

-¿Hola? ¿Hay alguien?

Silencio. Noto como el corazón se me acelera y como empiezan a sudarme un poco las palmas de las manos. No sé porque han vuelto las lágrimas a mis ojos. Estoy a punto de gritar.

-Estás preciosa cuando lloras.

Me quedo en blanco.

-¡Gilipollas! ¿Tú sabes el susto que me has dado? ¡Estaba a punto de gritar!

Me cruzo de brazos y escondo la cara entre el pelo.

Escucho unos pasos acercándose y a él agachándose a mi lado.

-Cariño, ¿a estas horas quién va a estar en la azotea?



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