miércoles, 2 de diciembre de 2015

Capítulo cerrado

Muchas veces he intentado escribir esta entrada, pero nunca he sabido cómo empezarla. He intentado principios desenfadados, serios, cómicos... pero ninguno funcionaba. Así que lo soltaré sin dar muchos rodeos. Soy Elena, ahora en 2015 tengo 18 años y he sufrido bullying. Tampoco sé cómo explicar todo lo que quiero decir, pero intentaré contarlo de la mejor manera posible para no dar un tono de pena depresivo.

Ya he escrito sobre este tema en una entrada anterior (Link), pero con todo lo que me está pasando ahora no quiero repetir esa entrada que rezumaba pena por todas sus palabras. No. Esta entrada es para que veáis lo mucho que ha cambiado mi vida y lo que me ha ayudado estar en una residencia donde prácticamente todo el mundo me acepta.

Todo empezó en la E.S.O cuando yo era una niña tonta y tímida. Parece ser que no caerle bien a los graciosos de clase te mandaba directamente al punto de mira de todos para las burlas. Obviamente no era el único centro, mis compañeros y compañeras eran tan capullos que se metían con todo el que no fuera de su grupo o que no les cayera bien.

Sin embargo, no quiere decir que no se metieran conmigo...y cómo lo hacían. Ellos no se daban cuenta pero esas burlas hacían daño, que aunque no fuera físico era igual de doloroso. Además, tampoco era una niña con mucha confianza, ya que era tímida, muy tímida, lo que les servía para seguir metiéndose conmigo porque, mal por mi parte, no hacía nada para acabar con esa situación.

Por aquella época, en la que las tías empezaban a liarse con chicos, yo pasé la odiosa pubertad, que convirtió mi cara en un hervidero de granos que obviamente, me quitaron parte de mi autoestima. Las burlas sobre mi extremadamente delgado cuerpo hicieron que acabara por no aceptarme a mi misma. No me quería, me miraba en el espejo y no me veía guapa. Lo que me llevaba a pensar que quería ser como las demás chicas. Quería tener su ropa, su pelo, su cara limpia de imperfecciones y empecé a no quererme de verdad y a intentar formas de parecerme a ellas. 

Más tarde, cuando pasamos a Bachillerato y dejé a todos esos compañeros atrás mi confianza aumentó un poco más. Tenía una clase donde la mayoría ni me había hablado en su vida y la cosa fue más fácil porque las burlas cesaron. Más o menos a final de curso de ese mismo año, empecé a salir con el que ahora sigue siendo mi novio. Él me dio confianza y autoestima e hizo que empezara a quererme un poco más a mi misma. Con él y mis amigos volví un poco a ser la tía de siempre, un poco más mayor y madura que en la E.S.O y sabiendo que lo que hacían esos idiotas que se burlaban de mí eran chorradas de adolescentes que les hacían parecer críos.

Pero el tormento no cesó. En 2º de Bachillerato con 17 años y a un año de entrar en la universidad acabé en una clase que empezó como una pesadilla. ¿Iba a ser mi último año y lo iba a pasar mal por esos dos imbéciles? Pues sí. Creyéndose unos graciosos por hacerme pasar un mal rato, lo consiguieron. Comentarios, burlas, incluso golpes con mis propios cuadernos... No me lo podía creer,¿no se supone que eso son cosas de niños? Al parecer no, todavía necesitaban hacer sufrir a las personas para sentirse bien con ellos mismos. Pero supongo que de eso he aprendido, he aprendido a pasar de sus comentarios sin sentido y sus burlas tontas. Así que Christian, Joan, Patricia, Jon, Carla y un sin fin más que habéis sabido como joderme mis años escolares, que os jodan un poco porque no habéis podido conmigo y gracias por hacerme más fuerte.

Cuando terminó el cole se terminó todo, pero a pesar de haber adquirido confianza seguía sin tener demasiada autoestima, incluso ahora escribiendo esto sé que no la tengo. Los odio por ello, por hacer que no me valore a mi misma, por hacer que me vea horrible con cómo soy.

Este verano ha sido increíble, pero se acercaba la universidad y la residencia y no sabía como iba a ser. Nunca he sido muy social y menos habladora, así que iba con miedo de no hacer amigos y vivir en un sitio sola sin hablar con nadie.  Pero la cosa ha ido muy diferente de lo que me esperaba. En la residencia todos me aceptan, hablo con la gran mayoría y por una vez me siento integrada y querida por más gente que no fueran mis amigos. Nunca pensé que pudiera caerle bien a tanta gente (aquí me he lanzado a la piscina porque igual ahora me comentan que me odian o algo XD). Pero me siento tan bien aquí. Siento que por primera vez no tengo que preocuparme por lo que digan, porque no dicen nada. Me aceptan como una más y ,de verdad, que me siento muy agradecida por ello.

3 comentarios:

  1. Hemos hecho un referendum en la resi y ha salido que te odiamos mucho... XD! Keeeeenoooo! Nunca cambies! Siempre high!

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar